Muchas mujeres sufren cada mes dolores intensos durante la menstruación. A ese cuadro se le llama dismenorrea, y puede incluir cólicos abdominales, dolor lumbar, náuseas, cansancio, cambios de humor, cefaleas o mareos, hasta desmayos. En muchos casos el dolor es tan fuerte que obliga a faltar al trabajo o a depender de analgésicos para poder continuar con las actividades diarias.
La medicina convencional suele asumir que “es normal” tener dolor menstrual, y lo resuelve con antiinflamatorios y unos días de reposo, pero esa visión es incompleta. El dolor menstrual intenso no es normal ni saludable, es una señal de que el equilibrio hormonal del ciclo está alterado. Durante un ciclo sano, los niveles de estrógenos y progesterona se equilibran de forma natural. Cuando hay exceso de estrógenos o déficit de progesterona, se produce una mayor producción de sustancias inflamatorias, responsables de las contracciones uterinas dolorosas. Además, los estrógenos elevados aumentan la retención de líquidos y la congestión pélvica, potenciando aún más el dolor.
El estrés, la falta de ovulación, la sobrecarga hepática o la exposición a sustancias químicas con efecto hormonal pueden contribuir a este desequilibrio. Por eso, tratar la dismenorrea solo con antiinflamatorios es aliviar un síntoma sin resolver la causa.
La solución real pasa por restablecer el equilibrio hormonal: optimizar los niveles de progesterona, mejorar la metabolización de los estrógenos y corregir las causas funcionales que lo alteran (estrés, dieta, inflamación intestinal, exceso de peso o resistencia a la insulina). Algo muy fácil de conseguir en la actualidad.
En resumen: la dismenorrea no es un proceso normal del ciclo menstrual, ni se soluciona con un antiinflamatorio y tres días de baja laboral. Es una señal de desequilibrio hormonal que debe abordarse, a cualquier edad, desde su raíz para devolver al organismo su verdadero ritmo natural. Cambiar las ideas actualizando los conocimientos nos permite obtener una muy buena calidad de vida

