Las hormonas son como mensajeros que recorren el cuerpo llevando instrucciones a las células. Imagínate que son cartas que les dicen a los tejidos qué hacer. Cada hormona es como una llave que encaja solo en ciertos receptores de las células. Por ejemplo, el estradiol en mujeres y la testosterona en hombres y mujeres le dicen a los tejidos que se mantengan jóvenes, que produzcan colágeno, y que los huesos se mantengan fuertes. No necesitas pensar en eso, las hormonas se encargan automáticamente.
Cuando te haces una herida, hormonas como el factor de crecimiento epidérmico le ordenan a las células de la piel que se multipliquen y cierren la herida. Otras hormonas, como la insulina, ayudan a que las células absorban energía para repararse después de un día de actividad. Todo eso independientemente de tu voluntad.
La excepción es la musculatura. Ahí, hormonas como la testosterona y la hormona de crecimiento necesitan una señal especial: el ejercicio de fuerza. Cuando haces pesas o cualquier esfuerzo que desafíe tus músculos, se generan pequeñas microlesiones en las fibras. Entonces, las hormonas entran en acción, diciéndole a las células musculares que se reparen y crezcan más fuertes. Sin esa señal de esfuerzo, las hormonas no construyen nuevo músculo, solo mantienen lo que ya tienes.
La musculatura es clave para la calidad de vida, y el cuádriceps femoral, el que está en la parte anterior del muslo, en particular, es vital. Este músculo nos permite levantarnos de la silla, caminar con rapidez y mantener nuestra independencia y equilibrio evitando al máximo las caídas, un “anciano” no se cae por ser anciano, no es el número lo que importa, en este caso importa la musculatura. Por eso, mantener fuerte el cuádriceps femoral es esencial para un buen envejecimiento y un día a día activo.
La pérdida muscular es algo silencioso, no da síntomas alarmantes… ya no tengo la misma fuerza que a los 20… es normal, es la edad… No, es la Sarcopenia (destrucción de la musculatura). Debida a la falta hormonal, cuando no hay hormonas, por mucho ejercicio que se haga, no regenera la musculatura y se sigue perdiendo, aunque más lentamente. Cuando se juntan la sarcopenia y la osteoporosis, se produce la caída al suelo por falta de fuerza para mantener el equilibrio y la rotura ósea, normalmente de la cadera, lo que muchas veces termina con la existencia de la persona. Algo que la reposición hormonal puede evitar.

