En la lucha contra el cáncer de mama, la medicina actual sigue centrando sus esfuerzos en detectar y tratar la enfermedad cuando ya ha aparecido, pero no en prevenir su origen. Esta falta de visión preventiva es uno de los grandes vacíos de la oncología moderna.
Hace poco, una oncóloga comentaba en televisión la importancia de la autoexploración mamaria para detectar los tumores en fases iniciales, e insistía en que no debe hacerse justo antes de la regla, ya que en esos días las mamas suelen inflamarse y volverse dolorosas. Tenía razón: la autoexploración es más fiable cuando la inflamación ha desaparecido. Pero casi nadie se da cuenta de por qué se produce esa inflamación, ni qué significa realmente.
La llamada “congestión mamaria premenstrual” no es un proceso saludable. Es un signo de desequilibrio hormonal en el que los estrógenos predominan sobre la progesterona durante la segunda mitad del ciclo menstrual. Los estrógenos estimulan el crecimiento del tejido mamario y favorecen la retención de líquidos, mientras que la progesterona, esa hormona que solo aparece en la segunda mitad del ciclo, modula ese efecto y protege frente a la proliferación excesiva. Cuando la progesterona es insuficiente —por estrés, falta de ovulación adecuada, exceso de grasa corporal o exposición a sustancias químicas con efecto hormonal— aparece lo que llamamos dominancia estrogénica. Ese estado, mantenido durante años, favorece la aparición de quistes, fibroadenomas y otros cambios benignos en la mama, pero también puede aumentar el riesgo de alteraciones celulares que, con el tiempo, se asocian con el cáncer. Por tanto, la inflamación repetida de las mamas antes de la regla no es algo normal, sino una señal de que el equilibrio hormonal se ha alterado.
La verdadera prevención del cáncer de mama empieza mucho antes de la mamografía o de la autoexploración. Empieza detectando y corrigiendo el exceso de estrógenos y la falta de progesterona, mejorando la función hepática y reduciendo la exposición a sustancias con efecto estrogénico presentes en plásticos, cosméticos y alimentos procesados. Solo así se actúa sobre la causa de fondo, no sobre la consecuencia visible.
En resumen: la inflamación mamaria antes de la regla no debe considerarse “normal”. Es una señal temprana de desequilibrio hormonal. Comprenderla, prestarle atención y tratar su origen es la forma más eficaz de prevenir el cáncer de mama antes de que aparezca. Cuando alguien, médico o paciente, dice: “esos cambios en el ciclo menstrual son normales”, no entiende el peligro que conllevan.

